domingo, 12 de agosto de 2018

¿QUÉ ES AMISTAD?

-Ya van seis años desde que te conozco...wow.

Sorprendida lo digo porque nunca he sido de esas personas que crean vínculos sociales duraderos, o eso he averiguado entre mis tantos días de introspección en la comodidad de mi cuarto, recordando aquellas amistades y/o relaciones que he tenido en toda mi vida. Y todas mis relaciones interpersonales siguen el mismo patrón: felices como amigos, lo o la dejo de ver por un largo tiempo y cuando lo o la vuelvo a ver las cosas cambiaron tanto que me hace sentir incómoda o me comporto como una completa extraña, en estos casos o me voy o vuelvo a entrar en confianza.

Creo que pocas veces he tenido relaciones duraderas. Esta, mi amistad con Danae, una chica de la universidad quien de casualidad nos volvimos amigas, de gustos distintos en cuanto a música (Danae es más subte), bueno en todo somos distintas pero en poco tiempo que la conozco llegamos a una confianza...no sé cómo explicarlo pero que pareciéramos mejores amigas, aunque creo que es muy apresurado afirmar eso y lo digo porque ya caí en ese error de llamar a alguien "mejor amigo": o no es correspondido o lo arruino. Arruinar...espero que Eduardo me perdone por ser una mala mejor amiga. Desearía tenerlo frente a mi y disculparme por lo que le hice, no ha sido mi intención pero seguro que gracias a eso la amistad que construimos se fue al carajo; he sido una tonta.

Mi amigo, Fabián, me despierta de mi hundimiento emocional, de caer de nuevo en la desesperación y a un posible cuadro de ansiedad. Vuelvo a recordar lo que está pasando: nos encontramos en Dos de Mayo, son las seis y media y decidimos conversar. Ahora mismo estamos caminando por Alfonso Ugarte, por la cuadra de puras farmacias y restaurantes de pollos a la brasa o chifas con sus letreros chillones color amarillo o rojo, cada local con su respectiva pancarta de los precios a la vista de los caminantes que recién salen de trabajar para regresar a casa llenando las veredas y estaciones de Metropolitano y las luces de los semáforos y los postes transformándola en la Lima congestionada que narran en las novelas de los últimos años.
Seguimos caminando por Alfonso Ugarte hasta Metro, luego volteamos en dirección al oeste, para ir a Wilson y de ahí al Real Plaza, ya que Fabián se dignó a invitarme comida. Mientras esperamos a que el semáforo cambie de luz para cruzar vuelve a mí mis recuerdos de mis amistades, incluyendo a Fabián, un caso extraño. Éramos enamorados, extraños, amigos, volviendo a ser extraños. Es una de esas personas que no sé porqué les sigo hablando pero sigue ahí. Ah no, ya me acordé: es muy insistente para algo, desde que lo conozco siempre ha sido así, pero al igual que yo no es de entablar lazos interpersonales, ¿tal vez por eso seguimos entablando conversación? Usando el concepto matemático básico de los signos, dos iguales (ya sean positivos o negativos) el resultado es positivo.

-Sí, ha pasado mucho tiempo.

-¿Y recién me respondes? ¡Qué lento!-Sí claro, siguiendo con la regla matemática somos dos signos que resultan ser algo bueno, lo mismo pasó con Eduardo, pero ¿y Danae? Ambas somos completamente distintas aunque pensándolo bien tenemos nuestras cosas en común: a Danae le gusta la poesía y estando con ella hizo que me interesara, a ambas nos gusta ir a exhibiciones de arte o al teatro y nos divertimos "castrando" a los hombres. Ahora que lo pienso mejor, dicha regla matemática se aplica para todas las relaciones de amistad, en mi caso claro está. Danae...¿qué será de ella? Creo que se fue de viaje a otro país. Debería llamarla o ver si me dejó algún whatsapp...

-¿Y qué quieres comer?

Sin darme cuenta llegamos al centro comercial; gajes de la introspección. Todo un clásico, con riesgo de morir atropellada por un corredor azul. Fabián avanza en dirección al patio de comidas, le sigo. Está repleto de varias filas de personas, es normal en estas horas. Entre todas las opciones elegimos ir al puesto de Bembos e hicimos la respectiva cola. Mientras esperamos me abraza la cintura y lo abrazo por el cuello, fingiendo de nuevo ser una pareja, quizás en el fondo aún sintamos lo mismo de hace años o sería mi soledad quien habla por mí; ya lo ha hecho antes y salí mal de la situación. Oigo que nos atienden, veo que es una chica usando su uniforme de trabajo detrás de la caja, dejo que Fabián pida y saco mi celular, lo enciendo, activo los datos, espero unos tres minutos para que cargue y entre notificaciones de Facebook, Twitter, Instagram y correo recibí un mensaje de Whatsapp, entro a la aplicación y sonrío al ver que es de Danae, abro el chat y leo que me cuenta lo que hizo hoy, pienso lo feliz que estoy por ella y a la vez le tengo una envidia de la buena, así que le respondí el mensaje. Extraño a mi compinche castradora y con ella mi último año de universidad...y volvieron los malos recuerdos. La imagen de Eduardo decepcionado vuelve a mí.

-¿Querías una Royal?

-Ajá. ¡No me digas que pediste otra cosa!

-No.

Fabián se coloca a mi costado esperando que lo llamen por el micrófono entre las familias, amigos de trabajo, algunas personas solitarias y parejas con su boletas en mano, sigo al pendiente de mi celular. Dudo que ella me responda al toque, no es su estilo, prefiere ser misteriosa. Después de tantas llamadas para recoger los pedidos de otras personas, la chica de caja llama a Fabián, se acerca y al instante recibo la respuesta de Danae: también dice que me extraña. Sonrío y no pude evitar enviarle un corazón. La extraño un buen.

Fabián se me acerca con la bandeja con las dos Royals más papas fritas, gaseosas y los envases de cremas vacías. Agarro los envases, le digo que busque un sitio mientras lleno las cremas, le pregunto cuáles quiere, me dice que mayonesa, ají y ketchup, nos separamos y me dirijo donde las cremas para llenar los envases. Oigo que mi celular vibra pero lo dejo para después, con las cremas en manos busco a mi amigo con la mirada y lo encuentro al fondo casi por las escaleras eléctricas. Camino hacia la mesa, levanta su brazo para guiarme, lo encuentro, le doy las cremas, me siento, saco mi celular de mis pantalones, leo el mensaje y sonrío.

-¿Y esa sonrisa?

-Es de una amiga.

-¿Tenías amigos?

-Sí fíjate.-Sorna.-Tú, por ejemplo. Van seis años que te conozco y aún me sigo preguntando por qué te soporto.