domingo, 25 de febrero de 2018

LA FOTO

01:30 pm. del día miércoles, en una sala pequeña donde la refri está a la vista y paciencia de los libros de cálculo y la radio de al parecer unos cincuenta años reproducen aquel asqueroso género musical llamado trap, aquel asqueroso género con sus asquerosas letras que me excitador cuando me hacía el amor.

01:30 pm. del día miércoles, estoy mirando la foto de un niño sonriente delante de un fondo azul, muy usadas en los locales de fotografía, vistiendo una camisa beige a cuadros, pantalón de ese color pero más oscuro y el cabello alborotado. Leo el nombre que está debajo de dicha imagen, giro mi cabeza y veo a un joven de mi edad cortando fresas para un jugo, dirijo mi cabeza a la foto y comparo: a diferencia de aquel joven, el niño mostraba ojos alegres, lo disfrutaba. Sonrío al pensar que dicha alegría mostraba inocencia.

Y pensar que este niño crecería para ser el retrasado que conozco, digo.

Comienza a reír.

Vuelvo a mirar la foto del niño, me atrapa su sonrisa, no esa que usa a la hora de follarme, sino una que irradia alegría sincera, característica de un niño de su edad. Volteo a ver aquel niño grande, sigue pelando las fresas; está muy concentrado. Quisiera abrazarlo por atrás e insistirle que me vuelva a hacer el amor, que me haga sentir su mujer, pero me cohíbo.

Sigo mirando la foto y los recuerdos llegan a mí. ¿Cómo aquel que emanaba optimismo se convirtió en este chico melancólico?

Oigo una licuadora , mi amante está atento a las fresas trituradas, mis deseos de encamarme son fuertes, quisiera que me tomase y me embista pero ahora le está echando azúcar a dicho jugo. Me acerco, lo abrazo por la espalda; me ignora. Detiene la máquina, mete la cuchara al envase de vidrio y me lo acerca.

¿Está bien?

Sí.

Lo prueba y está conforme. Con el vaso de la licuadora se dirige a la cocina, me dice que me espera en su habitación, me dirijo a ese lugar sin antes despedirme con una sonrisa al niño de la foto.

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