Tantantantantan
sonaba la alarma, mierda, ¿qué día es hoy? Ah, bueno. Con los ojos legañosos
veo el iPad…AHHHH MIERDA, QUÉ LUZ, ME QUEDARÉ CIEGA, CARAJO. Es martes. Ah
carajo, martes, qué cólera; con el odioso del profe ese que ni su nombre quiero
decir. A huevo. Me levanto sin ganas (claro que sin ganas, pues huevona,
estuviste hasta las cuatro haciendo un pinche trabajo para no sé qué curso) busco
lo primero que pongo: un polo celeste, un pantalón desteñido de tanta lavadora
y lejía que un día de éstos se pondrá blanco. Más blanco que miraflorino que
vive cerca a Larcomar. Seis y quince. Abro mi aplicación de Spotify. Selecciono
la lista “Favoritos”. Selecciono a Tove Lo y la imaginación vuela:
Shiny, happy, see my world in new
colours. Tú y yo en el sur de
Lima, pasando Lurín, dirigiéndonos a Asia, donde lo que nos rodea es pura
arena, carretera y mar. Conduces un auto mientras yo sentada a tu costado con
los pies en no me acuerdo ese nombre donde ponen los periódicos y todo eso, con
lentes oscuros.
Higher, fire, fly my rocket through
universe. Te miro mientras
sonrío. Tu cara de conductor responsable mirando el camino mientras el viento
orea tu cabello es lo que te hace sexy.
I’m up with the kites in a dream so blue/ I live in the sky, you come
live here too. Meneo la cabeza mientras
el viento orea mi cabellera arruinada de tantas jaladas de pelo por el puto
peine.
I’m
queen of the clouds, make my wish come true/ I sing to the night, let me sing
to you. Trato de acercarme y lo logro.
Baby, listen please: I’m not on
drugs, I’m not on drugs. I’m just in love.
Me acerco y te beso, mi cabello se enreda en nuestras caras. Sonríes tratando
de ver el camino.
Baby, don’t you see: I’m not on drugs, I’m not
on drugs. I’m just in love. Te
tomo una foto con esa cámara que al instante sale la imagen, después tomo una
botella de cerveza y fumo un cigarro a la vez.
You’re high enough for me. Te susurro esa frase al oído.
Lighter, brighter, pick the biggest
stars I find. Llegamos a Asia y
caminamos por las calles. Yo con unas botas de vaquero marrones, short jean
celeste rasgado, polo negro de tiras y encima una blusa de manga larga a
cuadros de color morado; tú a mi costado con pantalones de buzo color azulino,
polo azul con líneas naranja.
And I’m trip-trip-tripping in my
empire state of mind. Caminamos como
dos pastrulos agarrados de la mano y abrazados. Me sostienes para prevenir de
no cometer una estupidez de tanto alcohol y a la vez te ríes de mi actitud.
I’m up with the kites in a dream so blue/ I live in the sky, you come
live here too. I’m queen of the clouds, make my wish come true/ I sing to the
night, let me sing to you. Giro como loca
mientras ríes. Te pones cariñoso. Como efecto de cámara de 360 grados se
aprecia el beso y después agarro tu mano y te llevo a un lugar.
Baby, listen please: I’m not on
drugs, I’m not on drugs. I’m just in love. Baby, don’t you see: I’m not on
drugs, I’m not on drugs. I’m just in love.
Adivinaste: te llevé a una discoteca. Y no cualquier discoteca, sino de la que
encuentras cualquier tipo que te vende drogas. Bailamos como locos, saltando
con efecto de cámara lenta, teniendo un vaso de plástico grande con cerveza
incluida, mientras mi cabello se entrevera en mi cara. Nos ponemos melosos y
románticos. Agarras mi cintura y ya picado te me acercas para besarme, te beso.
You’re high enough for me. Vuelvo a susurrarte esa frase mientras con mis
manos te agarro la cabeza.
En
la parte musical seguimos bailando. Me ofreces coca. La aspiramos. Reímos como
idiotas y nos besamos.
You’re high enough for me. Efecto de cámara lenta. Vuelvo a susurrarte y me
llevas afuera.
Baby, listen please: I’m not on
drugs, I’m not on drugs. I’m just in love.
Con botella de ron robado de la mesa del bar en mano salimos de la discoteca en
plena madrugada. Estamos muy drogados. Me cargas en tu espalda mientras grito
eufóricamente. Compartimos el ron hasta llegar a la playa.
Baby, don’t you see: I’m not on
drugs, I’m not on drugs. I’m just in love.
Me quito las botas. Sigo con la botella en la mano, me la quitas, te alejas,
tomas un sorbo y lo escupes. Nos metemos al mar. ¡Mierda, qué frío! Otra vez
nos ponemos románticos.
You’re high enough for me… You’re
high enough for me… You’re high enough for me. Nos besamos en una roca.
La
música termina aquí, luego pasa Fantastic Baby,
pero no importa. Seis y veinte. Con la flojera del mundo a cambiarse se ha
dicho. Aunque siempre lo digo: no quiero ir a la universidad. Estar en su clase
y sentir el peso que diga de forma agresiva que dijiste cualquier huevada. Puta
timidez, puto miedo. A veces desearía no ser tímida, pero no: mis ansias
enfermizas de conseguir la perfección. Ah, qué podría decir. Aún tengo en la
cabeza el videoclip que me inventé y a veces me imagino estar drogados con esa
canción. A veces pienso que Tove estaba drogada o borracha cuando lo escribió,
o lo relaciona con las drogas…no sé. Sólo sé que escuchar las canciones de Tove
me da ganas de drogarme, pero no puedo por algo llamado conciencia. Seis y
treinta y cinco. Agarro mi maleta con dibujo Emo, el libro verde subrayado con
todos los colores de mi caja Faber Castell. Bajo las escaleras. “Hola hija”
“Hola pa’”. Sigo bajando, llego a la sala. Dejo la mochila en una silla y el
libro en la mesa. Voy al baño. Aleluya, está vacío. Entro y hago necesidades.
Lavadita de manos y de dientes. Salgo. Mi madre despeinada aparece. “Hola mija”
“Hola ma’”. Voy a la sala. Agarro el peine con pelos incluidos y jalo el
cabello. Auch, mierda, duele un infierno. Dejo el peine listo…ay chu’, los
lentes. Subo a mi cuarto. Los lentes están sobre mi cama. Los agarro y me los
pongo. Voy a la sala. Seis y cincuenta y uno. Aún hay tiempo. Arreglo algunas
cosas. Agarro un Cifrut de naraja y una galleta de soda. Seis y cincuenta y
nueve. “Chau mamá” “Chau mija”. Salgo de la casa. Camino hasta el portón de la
quinta. Camino hasta la esquina sin antes encontrarme dos pastrulos harapientos
con olor a orina de perro con su marihuana en mano. Lo huelo. ¡Puaj! Huele
horrible. ¿Cómo les puede gustar una mierda tan fuerte! Ahora ya entiendo
porque dicen que es adictiva. Seguro ese olor a detergente quemado es lo que
quema las neuronas. ¿Acaso eso está hecho de detergente? Solo eso sabe el
huevón que vende ketes cerca de mi casa. Hablando de ese hijo de puta… Según
tengo entendido, está preso. Aún recuerdo ese momento: eran las vacaciones.
Estaba estudiando para mi examen final
de inglés. Justo era día de paro. A Villarán se le ocurrió la brillante idea de
hacer buses sólo para la ruta de la Arequipa, y los choferes se les ocurre
hacer un paro. ¿Acaso no piensan en los pasajeros esos cojudos? ¿Qué ganan con
subir los precios en esos días? ¿Acaso algún día la alcaldía les hará caso?
Puta, de sólo pensarlo me dan ganas de ser contratada por una agencia secreta y
en esos casos ser una sicaria francotiradora. Lo que sea con tal que no
arruinen mi día, pero a huevo: estamos en Perú. ¿Qué podría esperar de este
pedazo de país?
Bueno,
siguiendo con mi relato: estaba estudiando de lo más tranquila hasta que oigo
gente correr. Pánico por todos lados. Rompen una casa. Gente gritando y niños
de diez años maldiciendo. Yo a esa edad con la justas sabía decir imbécil.
Llegó la paz. Más tarde me enteraría que atraparon al vecino y a su esposa.
¿Justicia? Tal vez. Sólo quería que esa familia de lacras se fuera porque si
ellos están, mi tranquilidad se vería afectada. Sonará muy egoísta, pero es la
verdad. Lo que quiero es paz, no escuchar balacera en la tarde o ver cómo de
forma disimulada venden los ketes en la oscuridad de la noche, aunque para ser
sincera no es tan disimulada porque si yo lo pude ver...
Me
dirijo hacia Buenos Aires a tomar la combi. El pasaje medio es de 1.20 o 1.30.
¿Qué les pasa? ¿Acaso no respetan la ley? ¿O debo de leer la ley? Bueno, al
menos la cumplen, no como los cargosos de la Venezuela
que desde un inicio ya dicen que no cobran medio pasaje, y como pendeja con
querer llegar temprano a casa te queda pagar. Sigo pensando en mi videoclip
mental. El imaginarnos drogados me distrae del mundo terrenal. Seríamos como
Sid y Nancy. Quitemos lo del bajista punk y su grupie e intercambiemos por un
matemático-aun cuando estudie otra cosa, el decidió mate-sanmarquino, y una
futura-no quiero ser egocéntrica (lo estás haciendo ahora…idiota)
escritora-villarrealina. ¿Suena muy estúpido? Sí, pero es lo único que podría
decir. O, qué tal, una Emo que escucha Alesana y un rasta que de eso no tiene
nada. Sólo en la academia se hizo unas trenzas. Con hacerse esas clásicas
trenzas no te hacen rasta, papito. Eso es lo que me dio cólera. Más parecía
rapero del Bronx que rasta. Pero dejando de lado las etiquetas, lo que nos
uniría sería la droga, como a Sid y a Nancy. ¿Qué droga sería?..Llegué a Buenos
Aires. ¡Aleluya! Aparece una combi de las que cobran 1.20 medio pasaje,
felizmente. Entro. Busco un sitio de un asiento. ¡Mierda! Una treintañera ocupó
ese lugar. Pinche puta. Ya la odio. Agg, no queda de otra: a sentarse en un
asiento de dos. El chofer pone baladas. Romeo Santos con su Propuesta indecente
se escucha por la combi. Otro videoclip mental:
Ahí
estamos tú y yo. Tú, todo elegante; yo, con un vestido corto de gala. Me
seduces y caigo en tus redes. Al final lo hacemos. Maldición, ahora que lo
recuerdo…una vez casi lo hicimos. Bueno, no casi. En realidad, nada. Sólo nos
tocamos. Después de eso seguía con las ganas. Ya quiero que un día me digas
para volver a tu casa y volver a hacerlo esta vez bien. Sentir tus manos en mi
piel. A pesar que fue un desastre esa vez y con las justas me excité (de que lo
hiciste bien; lo hiciste. El problema fue que no fui bien estimulada). Ahora ya
entiendo que porqué hacer el amor es un arte (bueno, así lo oí, o leí).
Combinando lo rústico, masculino y rudo de un hombre, y la delicadeza,
feminidad y delicadeza de una mujer da un bello contraste. No pude evitar
sonreír. Ojalá seas de esos que envía mensajes a sus enamoradas diciendo “Hola
amor, ¿qué tal tu día?” o “Te quiero mucho. ¡Qué te vaya bien hoy día!”. Pero
como tuve que volver con el tipo más frívolo de la tierra…me conformo con eso.
¿Qué hizo que me sintiera atraída hacia ti? ¿Tus labios? ¿La forma en que me
besas? ¿Cómo usas ese tono de voz para excitarme? ¿Cómo me tocas? A veces
pienso que fue una mala idea volver contigo. No me mandas mensajes, temo que me
engañes, temo que ya no sientas lo mismo. Quiero estar en tu cama desnuda a tu
lado y hacerte prometer que nunca me dejarás sola. Que no me hagas sufrir otra
vez. Que no te vuelva a odiar. Que no me hagas sentir incompleta, porque para
ser sincera me haces mucha falta. Te extraño, huevón. Así de simple. Si quería
un pendejo romántico ya estaría con ese huevón de quinto. El que se excita con
sólo tocarme las manos, aún cuando lo que pasaba por mi mente era que el tipo
me follara rico, pero no: seguía pensando en ti, y a la oportunidad aproveché
en aceptar tu floro barato que me dijiste en facebook sólo porque seguía
ilusionada de ti. No es fácil quitarte de mi mente, huevón. Hubiera estado con
ese idiota de quinto, pero ¿sabes cuál fue el problema? Era muy mayor para mí.
Se sentiría muy incómodo. Colonial con Faucett. La gente baja (ya era hora).
Vuelve a subir gente. Se llena. El idiota del cobrador con las pocas neuronas que
tiene trata de buscar espacio en el vehículo. A veces dan ganas de decirle
idiota en su cara, pero me contengo para no tener cualquier bronca. La combi
avanza. Ah cielos, me vino el sueño. Quiero dormir pero no puedo. ¡A la mierda!
A soñar despierta. Colonial con Universitaria. A bajar gente. Sigo soñando
despierta. Siguen sonando baladas. Sigo pensando en tener sexo contigo. Sigo
pensando en no encontrarme con dos cabrones de la universidad. Unos hijos de su
madre que se pasan de conchudos (bueno, sólo uno). Mierda, si lo veo y me jode,
rompo mi promesa de no volver a pegarlo. Colonial con Mirones. Baja la gente.
Un anciano con bolsita en mano se aparece. Hablando de ancianos, me acuerdo una
vez que se subió uno a la combi y lo más raro fue que sus orejas la tenían de
pelo. ¡Qué asco! No dejaba de mirar disimuladamente esa bola de pelos en las
orejas. ¡Puaj! Las baladas siguen sonando. Ahora lo que me rodea la mente es un
cuarto de ladrillos, una cama de colchón doble, típica colcha de telo de diez
soles, ropa tirada y un bulto sobresaliendo de la cama. Ya lo adivinaste: somos
nosotros. Sí, volver a pensar en eso. Siempre he pensado en eso. Colonial con
Naciones Unidas. Una última chequeadita al libro ese. Sí sí, Platón…bla bla
bla…mímesis…bla bla bla…sociedad perfecta…bla bla bla. A ordenar todo. Otra vez
a soñar despierta. El chofer cambia las baladas por reggaetón. Justo pasa ese
show que me gusta. Si bueno, a pesar que pasen reggaetón y todo eso y los temas
de conversación sean comunes (el ex, la farándula, etc.), distrae un poco de la
rutina. Veo a alguien con el Trome. Otra vez Guty y su pene photoshopeado en la
portada. Ta mare’ ya basta. Si ya se sabe que mintió sobre la longitud del
pene, pero ya, please, ya me llega. Miro a la ventana, veo los edificios.
Colonial con Cárcamo, ya casi llego. Saco el celular para ver la hora; siete y
cuarenta y cinco. Qué bien, tengo tiempo. Esta vez Romeo Santos canta diciendo
Eres mía. Otra imaginación. Ahora como pendeja me creo que esa canción me lo
dirías un día de éstos. Pinche negro con sus canciones repetitivas. Ah, la vida
es injusta. Colonial una cuadra antes de Dos de Mayo. “Último paradero”. Baja
la gente. Bajo de la combi mientras veo que se dirige para otra dirección.
Maldito tráfico. A caminar se ha dicho. Veo alrededor. Autos por todos lados.
Maldita sea. Me dirijo a Colmena. Camino la avenida mientras sigues en mi
mente. ¿Qué puedo decir? Siempre pienso en ti. Me dormiré despierta en clases
pensando en ti. Siempre lo he hecho desde que apareciste a mi vida. Mierda, eso
sonó muy cursi…me llega. Colmena con Cañete. Cruzo la pista. Saco el carné
universitario. Llego a la puerta y le muestro al guachimán. Entro. Veo que la
puerta esté abierta. ¡Dios, existes! Veo la hora. Siete y cincuenta y seis.
Subo las escaleras. Voy al salón. Entro. Vacío. Un segundo después: “Hola”
“Hola”. Otro segundo. “Hola” “Hola” “Hola”. Siete y cincuenta y nueve. Aun no
llega el desgraciado. A sacar el celular y los audífonos. A escuchar. Ocho y
cuatro. “Buenos días”. Se oye una voz grave. Mierda, si Snape sería mi profe
mejor me hubiese quitado de artes oscuras. La gente voltea. “Buenos días”.
Camina todo campante. “Una fila adelante”. A ordenar sillas. Entran otros
segundos después del profe. Los deja. Milagro de la vida. Me siento. Abro el
libro. “¿Hoy qué tema nos toca?” “********, profe”. La delegada dijo eso.
“Bien, ¿qué pueden decirme sobre el capítulo?”. Se oye una voz masculina. “Lo
que el capítulo dice…”. La imaginación vuela. Dejo de lado a los filósofos
griegos para centrarme en mis pensamientos. Hola, de nuevo. Esta vez nadie nos
va a interrumpir.
Un
parque. Yo adelante mientras te agarro la mano, por un lado está la pista
mientras por el otro el área verde. Sí, estamos en Miraflores. Pasamos por un
parque. Descansamos. Estamos echados en el pasto. El viento orea mi cabello.
Cierro los ojos. “Te quiero mucho”. Sonríes. Nos quedamos echados en el pasto
hasta las diez y media.